Ayer entré a tu habitación,
y te encontré colgando,
meciéndote con dulzor,
de un cable reforzado…
Cuando intenté bajar,
aquella fría figura,
no habló ni una palabra
¡Vaya que hermosura!
Se mandó hacer autopsia,
pues no estaba confirmado,
si la lengua que salía,
era por horca o enfado.
Entonces fue que llegó,
la tan notable noticia,
¡Estaba encinta la gordi!
¡Con razón tan pesadita!
¡Me sentía tan feliz!
¡Era padre por fin!
De un ataúd, eso sí,
¡Pero mi hijo iba ahí!
Su madre me preguntó,
si mi apellido daría,
al cadáver de mi hijo,
que luego se enterraría.
¡Pero que dice vieja!
Repliqué muy comprensivo…
¡Que no haya ninguna duda,
que será reconocido!
Me hubieras dicho, mi amor,
que estabas embarazada,
jamás gordita, jamás,
yo quise verte colgada… pero sí callada.
Pero la culpa es tuya,
por no querer cuidarte,
vós bien sabías, mi amor,
que no hay condón de mi talle.
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