Las lonjas se calientan,
el vino no espera,
las caderas se mueven,
el baile comienza…
Y me parece ver,
a todos mis ancestros,
bailar y al bailar,
parece otro tiempo.
Y siento al tocar,
que el ritmo no es mío,
pregunto al corazón,
y apenas es testigo.
Se sacude el barrio,
las paredes cantan,
las pieles se mojan,
también las gargantas…
Suenan las maderas,
alguna mano sangra,
y la luna se cansa,
ya está muy vieja,
el sol vuelve otra vez,
a pintar las penas…
Cuando retorno a casa,
con la voz gastada,
el tambor en el hombro,
las piernas cansadas,
el candombe en la sangre,
y no pienso en nada,
solo queda esperar,
hasta la otra llamada….
Hasta la otra llamada será,
hasta la otra llamada será,
con el candombe en la sangre,
habrá que esperar…
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