Me fuí,
sin tener tiempo,
de hablar con mis plantas,
de abrazarlas, de explicarles porqué
dejaba mi jardín,
mi querido jardín.
Marché,
dejando mis libros,
dejando mis fórmulas,
mis antiguos manuscritos,
tantas noches en vela,
tantos conocimientos,
tanto tiempo al olvido.
Me voy,
lleno de amargura,
el tirano es duro,
con quien no le secunda,
con quien no se arrodilla,
con las frentes altas,
el tirano es duro.
Adiós,
no sé qué estrella me espera,
no sé qué vientos despeinan,
en las tardes las cabelleras
en las lejanas playas
de los exiliados,
de los sin tierra,
adiós.
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